jueves, 10 de abril de 2008

El juego de las chapas

Parece que fue ayer cuando siendo pequeños paralizaba junto a mis hermanos toda la casa para poder desarrollar la correspondiente etapa de la Vuelta a España o Tour de Francia de chapas. Recuerdo la evolución de los participantes como Bosco que empezó su andadura en la Vuelta como conductor de los coches que abren la carrera; entonces era un enano y conseguimos “engañarle” con ese encargo.

Ahora me doy cuenta de lo que tenía que tragar mi madre porque las etapas comenzaban en un cuarto, iban por el pasillo, llegaban al salón, volvía por el cuarto de mis padres (pasando por debajo de la cama) y todo ello señalizado con rotuladores y adornado con los puertos de montaña construidos a base de tebeos, super humores, enciclopedias, etc.

Tengo que reconocer que entonces entendí lo de que jugar en casa daba ventaja al anfitrión; el “parqué” de casa me lo conocía mucho mejor, le tenía tomada la medida y cuando disputabas las carreras en el colegio sobre tierra o sobre aquellos muros interminables de ladrillo no me encontraba a gusto.


Cuando nos cambiamos de casa nos tuvimos que adaptar a las nuevas condiciones del terreno: en la parte de abajo de la casa el “asfalto” era una especie de barro cocido o no sé cómo llamarlo y cuando llegaba el verano la parte del jardín tenía la incomodidad de que en cualquier momento podías tropezar con dos baldosas que no estaban a la misma altura y tenías que buscar el punto exacto por el que poder pasar sin que el “bache” te enviase fuera de la “carretera” y tuvieses que volver al sitio desde donde habías lanzado.

Una de las anécdotas más divertidas fue cuando al finalizar una etapa Borja nos pidió que le fuésemos diciendo el orden de llegada a meta. Bosco empezó a enumerar a los ciclistas: Chiappucci, Indurain, Bugno, Breukin, Rominger…A Borja no le daba tiempo a escribir los nombres y le comentó en tono jocoso: “¿Puedes ir más rápido?” y Bosco sin entender la gracia empezó a decir todos los corredores casi sin tiempo de respirar.

Qué tardes pasamos con un juego tan simple como las chapas; recuerdo cuando mi padre (él fue quién enseñó el juego a mis hermanos mayores aunque él fue mucho más profesional ya que llegó a organizar con sus hermanos Campeonatos Hípicos de Salto) se iba a tomar una cerveza y le pedíamos que lo hiciese con mucho cuidado para que no abollase la chapa que así se deslizaría mejor por la “carretera”.

Aquellas malliots hechos con rotuladores, los cuadernos con todas las clasificaciones, los carteles de Meta Volante y Sprint Especial…espero que mis hijos disfruten lo mismo que he disfrutado yo y no vean reducida su diversión a la Play, Wii o la que venga en el futuro.

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